Esta frase me ha acompañado desde hace varios años desde que la escuché tomando un curso con Saskia de Winter. Bastaron cuatro palabras para resumirme el porqué me permití que me pasara, lo que me pasó.
Es impresionante la facilidad con la que nos engañamos y hablando de mi, la facilidad con la que me engañé y dejé de escuchar a mi instinto.
Recuerdo que una vez un mentor me dijo, hazle caso a tu instinto,
-¿instinto?-
-¿y eso con que se come?-
e inmediatamente le volví a preguntar:
- ¿como saber cuando me habla el instinto y cuando me habla el miedo?-
El miedo es una emoción, un mecanismo de supervivencia y de defensa que nos alerta y nos permite responder rápidamente a situaciones de peligros, pero también es un sentimiento de angustia, de desconfianza que nos impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que queremos o a imaginar un peligro que no es real.
Lamentablemente con mayor frecuencia los miedos que sentimos no son reales, tendemos mucho a futurizar las cosas y en un par de segundos permitirle a nuestra mente auto sabotearnos con pensamientos negativos y a veces hasta catastróficos.
Según una de las definiciones de instinto, es un impulso natural, interior e irracional que provoca una acción o un sentimiento sin que se tenga conciencia de la razón a la que obedece. El miedo es instinto
Estoy segura que te ha pasado en algún momento de tu vida, con alguna persona o situación donde sientes que hay algo que no cuadra, algo que no te vibra, una disonancia que no sabes explicar, ahí, justo ahí, es cuando te habla el instinto y te esta avisando que debes ser cuidadoso, pedir más información, averiguar que es lo que no te hace sentido para saber si es real lo que sientes o no. Lo peor (y que también estoy segura ya te pasó) es que cuando ya sucedió lo que temías aparece el: “ ¡Lo sabía!”
Nuestro instinto suele ser muy sabio y dejamos de escucharlo; constantemente sabemos lo que debemos hacer, pero no lo hacemos, o sabemos lo que nos hace daño y preferimos hacernos los sordos y ciegos para no hacer los cambios que requerimos hacer para salirnos de ese círculo vicioso y obtener resultados distintos, ya que eso demanda voluntad y valentía todos los días. La palabra valentía suele usarse para reseñar grandes batallas, grandes proezas o logros y no es así, todos los días somos valientes, todos los días en las decisiones o acciones que ejecutamos demostramos valentía.
No se imaginan la cantidad de veces que me han preguntado por el Remedio Mágico para quitar el miedo, y después de estos 12 años de existencia de Remedios Mágicos, hay les va la fórmula que he descubierto…. ¿listos?.... la fórmula es… simple y sencillamente “pasar a la acción”, ponerse en movimiento y hacer lo que sabes desde tus entrañas que debes de hacer, no hay de otra, ja!, bueno, al menos a mi me ha funcionado. El miedo en su peor expresión paraliza, aterra. Yo estoy convencida que el miedo debe caminar a lado tuyo, no adelante porque no te deja avanzar, no atrás porque lo dejas de ver y aparece la soberbia al sentirte inmortal, todo poderoso. El miedo debe ir a lado tuyo, controlándolo y reconociéndolo para que justo sea ese instinto sabio que hay en ti, el que te aconseje, te cuide. No debes pretender quitarte el miedo, debes aceptarlo y aprender a escucharlo para averiguar que te está diciendo o a callarlo cuando intenta sabotearte .
A mis hijos cada vez que me dicen que tienen miedo, les digo, que esta bien, que todos sentimos miedo; primero les valido su miedo, pero inmediatamente después les digo que hay que hacer las cosas con todo y miedo. Es realmente mágico ver sus caritas de satisfacción y triunfo cuando se atreven y se dan cuanta que solo lo tenían que hacer, que el miedo no era real.
En la nueva película de Disney “Luca”, lo ejemplifican de una forma que hasta los adultos entendemos… ¡Silencio Bruno!, muy linda, se las recomiendo. Tu ponle el nombre que quieras, pero atrévete a silenciarlo.